Las hojas del calendario político en la Región de Murcia caen de manera lenta e impasible, con la melsa de quien lo tiene todo hecho, porque aquí nada ha de cambiar; porque aquí nada cambiará. Fernando López Miras puede vestirse de romano y subirse a una cuadriga en público, y que parezca que es lo más ridículo y vergonzoso que ha hecho. Qué suerte tiene, el buen hombre. Sin embargo, la realidad dice otra cosa.
Acaban de cumplirse dos meses desde que nos enteramos, gracias a un artículo de Ángel Montiel en La Opinión, de que el presidente regional, el sustituto digital de Pedro Antonio Sánchez (ya sabéis, PAS, condenado en 2023 por la Audiencia Provincial por un delito continuado de prevaricación y otro de falsedad en el caso Auditorio, y en vías de ser procesado por el caso Guardería), ése, el actual presidente López Miras, digo, firmó ante notario, en 2021, la incorporación al Partido Popular en las siguientes elecciones de sus cuatro tránsfugas de cabecera (ya sabéis, aquellos cuatro personajes cuyas firmas tienen la vigencia de un queso fresco fuera del frigo en el mes agosto).
Eso ha pasado aquí, en la Región de Murcia, y, oye, como si nada. No existe ninguna presión política, mediática ni social.
Pocos días antes de enterarnos de la firma notarial ‘transfuguista’, la Consejería de Economía fichó como flamante asesor al brillantísimo Francisco Álvarez, uno de los tránsfugas, y no sabemos cuánto dinero se embolsará por lo que sea que esté haciendo, pero seguro que le da para gamba roja algún fin de semana. Qué menos, pensaréis, con ese gracejo y esa lucidez que le caracteriza. Los otros tres,
Castillo, Franco y Miguélez, quizá se pregunten qué hay de lo suyo. No podemos dejar
pasar tanto talento.
López Miras asiste a misas, besamanos y besapiés con su cristiana conciencia tranquila, porque, seguramente, dentro de su cabeza sucede lo mismo que fuera: rulos del desierto, algún grillo… De hecho, sobre ese particular de la firma ante notario, el presidente, gran estadista, se limitó a alabar la responsabilidad de los cuatro tránsfugas a la hora de firmar una moción de censura, avisarle y votar en contra de lo que habían firmado. Él se lo ha agradecido incumpliendo a su vez lo firmado notarialmente.
Por su parte, Alberto Castillo, el florido pensil, ha sido agasajado recientemente con el honor de leer el pregón de la Semana Santa de Jumilla. Otro que debe tener la cristiana conciencia muy tranquila. Como Isabel Franco, la que decía en los mítines de Ciudadanos que había que sacar al PP del Gobierno regional y luego apoyó a López Miras para mantenerlo en la trona, a pesar de que el PSOE había sido el partido más votado en aquellas elecciones… No recuerdo a nadie llamando ‘okupa’ al presidente, por cierto. De Franco sólo sé que sigue teniéndose a sí misma por comprometida y emprendedora. Un
show. ¿Y Miguélez? Pues hace casi dos meses compartió en el Insta una foti de ella en su tierra, en Castilla y León, bebiendo vino, creo.
¿Y la Región de Murcia, cómo va? Pues mira, la deuda pública regional ya ha superado los doce mil millones de euros, un hecho que convierte a nuestra comunidad en la tercera más endeudada de España; y mira, uno de cada tres habitantes de esta tierra vive en riesgo de pobreza y exclusión social; y mira, el Observatorio de la Igualdad apenas funciona tres años después de su puesta en marcha; y en las listas de espera de la sanidad, mira, más de cien mil pacientes aguardan cirugías y pruebas médicas por encima del decreto de tiempos máximos; y mira, la Región de Murcia sigue a la cabeza del país en la tasa de abandono escolar; y mira, el Mar Menor pende de un hilo mientras los simpáticos muchachos de la Fundación Ingenio siguen a lo suyo…
Por eso, es muy difícil que Fernando López Miras haga algo que pueda sorprenderme. Desde luego, el numerito de la cuadriga me deja impasible. Dudo mucho que se siente a trabajar por su tierra (no por su partido), y que mejore aunque sea levemente la calidad de vida de quienes vivimos aquí. Si hiciera eso, la verdad, sí me sorprendería. Mientras tanto, habrá que esperar a su nueva ocurrencia, a su nuevo entretenimiento. Total, aquí los que mandan son otros.
