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Gracias, presidente, por nada

No hay decencia en las palabras de López Miras, no hablemos ya de lealtad cuando el Ministerio de Transición Ecológica acaba de iniciar la recuperación de la sierra minera de Cartagena y La Unión con 6,2 millones de euros ante el abandono y la desidia demostradas por el Ejecutivo murciano, titular de las competencias en medio ambiente

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Si el cinismo tuviera una categoría olímpica, el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, estaría compitiendo por el oro. En su última hazaña retórica, ha acusado al Gobierno central, y en particular a la ex ministra Teresa Ribera, de «no hacer nada» por el Mar Menor. Una afirmación que, más allá de lo irónico, bordea lo insultante, viniendo precisamente de quien ha tenido en sus manos la gestión directa de esta crisis ambiental y ha hecho, literalmente, nada efectivo para solucionarla.

La región gobernada por López Miras sigue con su cruzada de inacción activa. Porque, seamos honestos, no hacer nada también es una elección política: no ha aprobado el plan de ordenación territorial de la cuenca vertiente, no hay comité de asesoramiento científico del Mar Menor, no hay control de los nitratos, no hay regulación de los vertidos ni recuperación de suelos mineros. Nada más allá de una nefasta gestión medioambiental para no enfrentarse a grandes intereses económicos.

No hay decencia en las palabras de López Miras, no hablemos ya de lealtad cuando el Ministerio de Transición Ecológica acaba de iniciar la recuperación de la sierra minera de Cartagena y La Unión con 6,2 millones de euros ante el abandono y la desidia demostradas por el Ejecutivo murciano siendo su competencia. No hay decencia en las palabras de López Miras sabiendo que el Ministerio de Transición Ecológica ha aumentado hasta los 675 millones de euros la inversión prevista para la recuperación del Mar Menor, sabiendo que se trabaja contrarreloj mientras él malgasta millones de euros en sacar ova de la laguna.

López Miras parece haber encontrado la fórmula mágica para gobernar sin gobernar: culpar a los demás. Según su narrativa, la ministra Ribera es la villana que, desde Madrid, no ha movido un dedo por la laguna. Sin embargo, cualquiera que haya seguido el devenir del Mar Menor sabe que Ribera ha sido la única en tomar medidas reales. Ahí están las medidas cauterales para proteger el acuífero del Mar Menor de la contaminación por nitratos contra las que se revuelven los de siempre.

Mientras tanto, ¿qué ha hecho el Gobierno de López Miras? Meter a negacionistas en su Gobierno, permitir la expansión de regadíos ilegales, mirar hacia otro lado mientras se vierten toneladas de nitratos a los acuíferos y resistirse a aplicar las normativas ambientales con excusas tan peregrinas como la supuesta «persecución al sector agrícola». Esa inacción, perfectamente calculada, ha sido su mayor aportación a la crisis del Mar Menor.

La ministra ha visitado el Mar Menor en repetidas ocasiones, ha escuchado a científicos, ecologistas y a los vecinos que han visto cómo su laguna se convertía en el símbolo de la negligencia ambiental del gobierno murciano. Ha enfrentado críticas y obstáculos, muchos de ellos provenientes de quienes, paradójicamente, deberían estar a su lado luchando por el mismo objetivo: el gobierno regional de López Miras.

Si el presidente de la Región de Murcia realmente quisiera hacer algo por el Mar Menor, tendría que empezar por mirarse al espejo y asumir su responsabilidad. Porque no se trata solo de lo que ha hecho o dejado de hacer Teresa Ribera; se trata de lo que él ha dejado de hacer durante años. Y esa inacción, revestida de cinismo, es la verdadera tragedia detrás de este desastre ambiental.

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