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ALVISE, S.A.

Tiene todo mucha gracia porque el propio Alvise admite que para financiar su campaña electoral recibió cien mil euros de un criptoempresario, pero que fue para evitar enriquecerse en política: el clásico “es mejor pedir que robar” puesto al día.

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Bueno, no sé a vosotros, pero a mí me ha gustado mucho este último giro de guion de la última serie de moda, Se Acabó La Fiesta. Cómo imaginar que un inventor de bulos y difusor de fango y mentiras iba a resultar ser un defraudador. Sorpresa máxima.

Entre su discurso repleto de broza política de cuarto cubata, y su gusto por el dinero fácil, el ex asesor de Toni Cantó está a mitad de camino entre Torrente y Al Capone. Y este era el que venía a regenerar la vida política del país. Ochocientos mil votantes le compraron el discurso. Un discurso donde veías venir el pufo a kilómetros sin necesidad de ser ni muy espabilado ni muy de izquierdas. Pero oye, es lo que tienen estos telepredicadores de la política, siempre encuentran a su público ahí, esperando el milagro de devolverle la vista a un ciego dándole un capón en la frente, deseando que venga alguien a venderles una milonga que armonice con sus filias y sus fobias políticas para comprarle el paquete completo. Y ahora que ha saltado esta noticia están flipando en redes, no dan crédito. Pp y Vox se arremangan para disputarse los votos disidentes.

Tiene todo mucha gracia porque el propio Alvise admite que para financiar su campaña electoral recibió cien mil euros de un criptoempresario, pero que fue para evitar enriquecerse en política: el clásico “es mejor pedir que robar” puesto al día. Porque cien mil de una sentada no es enriquecimiento, es calderilla para la máquina de sándwiches. A cambio prometió al empresario leyes para favorecer a su empresa porque él tenía previsto ser la llave de la gobernabilidad. Dinero a cambio de leyes, más sencillo imposible. Y es que estos timos los hacen con un troquel. Así es como ejecuta Alvise la prometida regeneración política. Iban a faltar cárceles en España para meter a todos los políticos corruptos que a los que él iba a denunciar. El eje de su campaña era la corrupción porque realmente domina el tema. Fiesta no sé si había, pero cachondeíto mucho.

Todo ha salido a la luz porque el generoso donante, conocido como Luis Criptospain, o lo que es lo mismo, el segundo elemento del tocomocho, ha sido investigado por la CNMV por montar un chiringuito para evadir impuestos, el Madeira Invest Club, que, y seguimos con las sorpresas, ha resultado ser una estafa piramidal. En el curso de esa investigación han aparecido mensajes y audios que no dejan sombra de duda sobre la catadura ética y moral de la última estrella en el firmamento político del país.

Y es que su lucha contra la corrupción consistía más bien en “déjame a mí que tú no sabes”. Porque labia no le falta. Ha afirmado que si no declaró esa aportación fraudulenta es porque él es un antisistema. Y en eso no miente: va contra el sistema que nos sostiene a todos, contra ese sistema que es la base de la sanidad, de la educación y de las infraestructuras públicas. Nada nuevo bajo el sol.

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