Nos fuerzan a vivir tiempos convulsos. La crispación, esparcida irresponsablemente por aquellos que no aceptan el sistema democrático si no son ellos los que ocupan la Moncloa, encarroña la convivencia.
Aventados por una ultraderecha cainita, que rezuma odio a Sánchez, amén de a los moros, a los catalanes, a los vascos y a todos los que no comulguen con su credo fundamentalista católico, las derechas patrias se han lanzado a una persecución cruenta contra todo lo que huela a progresista. Pretenden desgarrar a su adversario, sin piedad, compasión ni empatía ninguna.
Han deshumanizado a sus rivales cubriéndolos de insultos, convirtiéndolos en caricaturas, en peleles a los que descuartizar con saña. A tal fin usan hordas de presuntos periodistas, que han vendido por un plato de lentejas su profesionalidad, afán por la verdad contrastada, imparcialidad y, ante todo, vocación por informar con honestidad.
Lo risible, lo patético es que a esta pseudoprensa la llaman independiente los mismos que la compran con subvenciones, esquilmadas del erario para sus usos partidistas. Los mismos que, como el rottweiler de Díaz Ayuso, un tal Rodríguez, amenazaron a eldiario.es por difundir los poco edificantes trapicheos del nuevo maromo de Ayuso, van ahora de adalides de la libertad de prensa.
Lo más preocupante es que ciertas organizaciones políticas o similares hacen un uso bastardo de la justicia para hundir al Gobierno y que algunos profesionales de la misma dan la impresión de prestarse a este rifirrafe sin que parezca importarles el descomunal daño que están haciendo a las instituciones y a la misma democracia.
En nuestra malhadada comunidad tenemos buena muestra de lo dicho. Sufrimos un gobierno de chichinabo. Las listas de espera en sanidad están desbocadas. Los índices de miseria e incultura convierten esta región en una comunidad fallida, patatera. El caciquismo se extiende por doquier, amparado por un partido que consiguió ser un nido para tránsfugas, corruptos y otras malas yerbas.
Una sociedad servil, complaciente con los de siempre, sin espíritu crítico, que se deja comprar por balones y otras chucherías de plástico tiradas desde carrozas o balcones, marineras, pasteles de carne o similares repartidos a pajera abierta, procesiones o verbenas a cascoporro.
Que tolera que las redes sociales del ayuntamiento capitalino sean un beaterio. Una hoja parroquial, donde comienzan insultando al anterior regidor y a otros miembros de la oposición por no participar en la procesión de la patrona. Prosiguen con una retahíla interminable de los miembros de la corporación participando en cuanta misa o novena les pongan por delante, saltándose a la torera que, si quieren representar al conjunto de los murcianos, han de mantener una actitud aconfesional. ¿No piensan que tal exhibición pía (de pacotilla) puede incomodar a los miles de conciudadanos musulmanes, evangélicos o, simplemente, agnósticos y ateos? O, ¿es que éstos no son murcianos de pro?
Con un ayuntamiento casi en la quiebra, según denuncian sus compinches de legislatura en la comunidad y en varios municipios. Con una región en la ruina, su máximo líder, el inefable López Miras, se desgañita por doquier clamando contra la amnistía y otras perversiones de Pedro Sánchez. Tiene el cuajo de decir que éste ha montado un circo con el amago de dimisión quien se viste de emperador romano y conduce una cuadriga en los desfiles de Lorca. Usa la amnistía y el ataque a Sánchez como una excusa para no ponerse a trabajar y escurrir el bulto de la degradación de la comunidad por cuyo presunto gobierno le pagan el sueldo.
Mientras que el senador Bernabé, bajo cuyo mandato como Delegado del Gobierno los antidisturbios apalearon a los vecinos de las vías, despotrica contra los menús que le servían en el Falcon al presidente, calla que su líder Rajoy usó varias veces éste para que lo llevara a Santiago de Compostela, su tierra, o que se hizo servir en el mismo una cena de 1000 euros en la Eurocopa de Polonia.
La gran mayoría de los columnistas que escriben en la prensa comprada por los populares no paran de dar la matraca demonizando a Sánchez, a los catalanes y a todo aquél que huela a progresista. Lo han convertido en un ser mefistofélico. Sobre él vomitan toda su inquina, mientras callan, sumisos, los trapicheos e ineptitud de los de la diestra, comprados quien sabe por qué prebenda.
Contra Sánchez han lanzado una jauría humana, que rezuma atrabilis, que usa todos los medios para esparcir cizaña, sin ser conscientes de que la siembra de hiel, el cebar a los ultras y desbocarlos, sólo alimenta a la bestia. Y se les puede volver en contra. Aunque, con tal de arañar el poder, el bienestar y la paz de España se las trae al pairo.