Quiero que estas letras sirvan de despedida a este medio y a quienes me venís leyendo por aquí: la cita con este artículo quincenal concluye hoy, y aprovecho también para anunciar que el pódcast que hago para eldiario.es Región de Murcia bajará la persiana en junio.
La escritura y el periodismo fueron para mí una vocación temprana, con independencia de que se me dieran mejor o peor. De niño, escribía y maquetaba periódicos, construía televisores con cajas de cartón y presentaba informativos dentro de ellas, y grababa cintas de casete con programas de radio humorísticos, con efectos de sonido y con música y con mil cosas más.
La vida académica y la laboral me llevaron en primera instancia por otros derroteros, pero esa vocación inicial jamás se apartó de mi mente. Tras estudiar Historia del Arte y Turismo, después varias piruetas, y aunque de forma precaria, comencé a ganarme el pan en esos dos ámbitos, lo cual tampoco era fácil.
Casi simultáneamente empecé a colaborar con diferentes medios y a hacer mis pinitos como aficionado en el mundo del periodismo: ya sabéis, a trabajar gratis. En 2011, sobre la campana, me lancé a estudiar la carrera de mis sueños, Periodismo, cuando me encontraba trabajando por poca pasta y tenía ya dos hijas que criar.
Antes y después de licenciarme en Periodismo, he escrito en digitales, hablado en radios y aparecido en televisiones sin cobrar un chavo: Basketme.com, Pasión Deportiva Radio, Radio Murcia – Cadena SER, Radio UMH, Canal 8, GTM Televisión, Gestiona Radio… En la inmensa mayoría de los casos lo hice previa invitación, es decir, sin ofrecerme yo, y lo hice agradecido por la confianza depositada en mí y sintiéndome un periodista de verdad.
En el campo del periodismo, solamente he cobrado dinero cuando propuse a eldiario.es la creación de una edición regional para nuestra tierra en 2014: aquel verano estuve a prueba en la cabecera nacional, proponiendo temas y redactando piezas, piezas que me fueron abonadas.
En todos estos años, ningún medio murciano, ninguno, ha querido o creído conveniente incorporarme a sus filas pagándome por aportarles contenido periodístico como periodista que soy. Y está bien, no me quejo. En Murcia hay muchas y muchos periodistas muy buenos, yo sólo soy uno más que escribe: eso me dijo alguien cuyo nombre no diré aquí, cuando se enteró de que Ignacio Escolar había confiado en mí para poner en marcha la edición regional de su periódico.
Al poco de anunciarse mi estreno al frente de eldiario.es Región de Murcia, dicha persona contactó conmigo para tomarnos un café y para saber quién era yo, y de paso, para hundirme en la miseria y hacerme dudar: “¿Por qué te han dado a ti la edición de eldiario.es en Murcia…? Aquí hay mucha gente que escribe bien”.
Lo cierto es que, sí, Ignacio Escolar valoró mi propuesta, me conoció en persona, me puso a prueba e hizo algo que nadie en esta ciudad había hecho antes y nadie ha hecho después: confiar en mí como un profesional del periodismo.
Ya con la edición regional en marcha, ganar dinero se convirtió en una misión de las de sangre, sudor, y lágrimas. Gracias a mi socia María José Alarcón en la labor de sacar contratos publicitarios, mientras trataba de ejercer el periodismo que tenía en mi mente y en mi corazón, entre los dos pudimos rascar unos euros que, seamos sinceros, difícilmente podían compensar la dedicación al trabajo casi las 24 horas de cada uno de los siete días de la semana. A ilusión y ganas no teníamos rival, pero “el negosi” no nos daba para pagar colaboraciones.
Nunca estaré lo suficientemente agradecido a esas personas con las que contacté, no sin un poco de vergüenza, para invitarlas a participar y para explicarles, con pesar, que creía firmemente que el periodismo hay que pagarlo, pero que María José y yo no estábamos en la misma situación que un Cebrián o un Pedro Jota: que no habitábamos en una planta noble, que no teníamos coche oficial y que yo a veces escribía las noticias en la cocina, con una mano en el teclado del ordenador mientras con la otra les hacía la cena a mis hijas (literalmente). En aquel tiempo, con suerte, podíamos ingresar 500 euros al mes cada uno.
El desgaste fue tan abrasivo que no tuve más remedio que renunciar un año y medio después de crear el periódico, y, por qué no decirlo, me vi sumido en la decepción y en una cierta depresión no diagnosticada que yo mismo pude identificar, aceptar y, de algún modo, gestionar.
Tras abandonar la dirección de eldiario.es Región de Murcia, seguí colaborando (gratis, cómo no) en algunos medios y en ese mismo periódico, al que tengo como parte de mi vida y, lo reconozco, casi como un hijo: como el sueño que tuvo aquel Pedro que fui, un Pedro un poco inconsciente y lleno de optimismo.
Y hasta aquí hemos llegado. Termino ya esta turra con dos cuestiones: primero, que agradezco a Rosa Roda su invitación y las amables palabras que siempre ha tenido conmigo, y le deseo la mejor de las suertes en estas procelosas aguas.
Y segundo: anuncio que se acabaron las colaboraciones gratuitas y, en general, escribir por amor al arte. Si no ha pasado hasta ahora, dudo que suceda en el futuro, pero aviso a todos los medios de la Región de Murcia y a los del mundo entero que si aprecian mi desempeño y quieren contar conmigo, que me llamen para hablar de cifras y de proyectos.
Con el paso de los años y con las alas de la experiencia, ya no tengo necesidad ni motivos para renunciar a dinero a cambio de visibilidad, una visibilidad que no me gusta ni ansío, más allá de la que me proporcionan las malditas o benditas redes sociales. En ellas seguiré opinando cuando me apetezca. En ellas podréis leerme. ¡Hasta siempre!