En el Mar Menor no solo hay nitratos y metales pesados, también hay fármacos (antibióticos y antidepresivos) con una marcada acumulación en berberechos, salmonetes y caracolas.
Un estudio científico ha analizado la bioacumulación y destino de los productos farmacéuticos en el Mar Menor y cómo impactó la DANA de 2019. La investigación, publicada en abril de pasado año en la revista científica Environmental Research y llevada a cabo por ocho investigadores de diferentes organismos científicos, concluye que estos contaminantes no han desaparecido del ecosistema, a pesar de las mejoras en la gestión de las aguas residuales.
Se realizaron dos campañas de muestreo de campo en la laguna del Mar Menor durante el verano de 2018 (julio) y el invierno de 2019 (febrero). Se tomaron muestras de agua, sedimentos y biota (berberechos, caracoles marinos y salmonetes) Y se analizaron 44 compuestos farmacéuticos para agua de mar y sedimentos y 20 para la biota.
La contaminación farmacéutica en la laguna del Mar Menor (2018-2019) fue menor, en general, en comparación con el periodo de referencia (2010-2011), especialmente para las muestras de agua de mar y sedimentos.
Salmonetes con antidepresivos
Sin embargo, los moluscos y los peces mostraron un patrón diferente. En contraste con la presencia decreciente en el agua de mar y los sedimentos, «los organismos acuáticos mostraron una marcada acumulación de fármacos«. Los fármacos psiquiátricos predominaban en los berberechos mientras que los reguladores lipídicos predominaban en los peces.
Los fármacos podrían ser absorbidos directamente del agua por los organismos acuáticos (por ejemplo, a través de las branquias de los peces o de los bivalvos que se alimentan por filtración).
Los autores del estudio científico advierten de que la presencia de contaminantes en los organismos acuáticos del Mar Menor es un aviso del potencial impacto ecotoxicológico.
Las concentraciones individuales más elevadas se encontraron en berberechos de la zona de influencia de El Albujón, que todavía puede actuar como colector de contaminantes urbanos, especialmente durante episodios de fuertes lluvias. El fármaco psiquiátrico carbamazepina, presente en los berberechos se encontró en niveles similares en bivalvos marinos de la costa irlandesa, la bahía de San Francisco y el delta del Ebro.
Por otra parte, entre la mayoría de los compuestos hidrófobos, el bezafibrato mostró una acumulación generalizada en berberechos y peces. Sin embargo, el gemfibrozilo, otro regulador lipídico, se encontró en casi la mitad de los peces analizados. «Los resultados sugieren un potencial de acumulación de reguladores lipídicos en organismos marinos del Mar Menor».
El bezafibrato y el gemfibrozilio son sustancias derivada del ácido fíbrico, que se utiliza para disminuir los niveles de triglicéridos en sangre.
También hallaron azitromicina y el sulfametoxazol (ambos antibióticos) aunque de forma más esporádica y en concentraciones mucho más bajas que en 2010. «A pesar de sus concentraciones típicamente muy bajas, los antibióticos en el medio ambiente pueden provocar efectos agudos y crónicos en los organismo acuáticos» advierten los investigadores.
Por ejemplo, la resistencia a los antimicrobianos (RAM) en los sistemas acuáticos ha surgido recientemente como una amenaza mundial para la salud humana, lo que ha dado lugar a llamamientos para la aplicación de PNEC (concentración prevista sin efecto) que protejan contra la propagación de la resistencia a los antimicrobianos.
Los antimicrobianos ―en particular los antibióticos, los antivíricos, los antifúngicos y los antiparasitarios— son medicamentos que se utilizan para prevenir y tratar infecciones en los seres humanos, los animales y las plantas. La OMS ha declarado que la resistencia a los antimicrobianos es una de las 10 principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad.
Otros compuestos que contribuyeron a las cargas generales más altas en 2010-2011 (por ejemplo, lorazepam, hidroclorotiazida y eritromicina), que estaban estrechamente relacionados con la contaminación de las aguas residuales en la zona, no se detectaron en 2018-2019. En los sedimentos, la carbamazepina fue el único fármaco detectado en 2018-2019.
Atribuyen la reducción de fármacos en el Mar Menor a la reutilización del agua depurada en la agricultura
«La diferencia observada a medio plazo entre 2010 y 2019 puede atribuirse a cambios en la gestión de las aguas residuales, que probablemente han afectado a la laguna» dicen los autores del estudio.
El Albujón ha sido el principal flujo permanente de agua dulce a la laguna en las últimas décadas. Su caudal se ha visto considerablemente afectado por las aguas residuales depuradas de EDAR locales como Los Alcázares y Torre Pacheco. En 2010, estudios científicos estimaron un vertido anual de 11,3 kg de fármacos al Mar Menor a través del Albujón. Sin embargo, en 2015 cesó el vertido permanente de aguas residuales depuradas con su reutilización en agricultura, «lo que podría haber aliviado la presión de contaminantes urbanos en la laguna».
¿Cómo impactó la DANA de 2019?
La DANA de 2019 provocó un aumento de la contaminación farmacéutica de las aguas y sedimentos del Mar Menor. Específicamente, las aguas superficiales (capa superior) de la parte norte de la laguna aparecían particularmente contaminadas (por ejemplo, por los antibióticos claritromicina y sulfapyridina), que probablemente se relaciona con la escorrentia urbana de las ciudades adyacentes, junto con la estratificación de la laguna después de la inundación repentina.
Por lo tanto, a pesar de la presencia generalmente menor de fármacos en el agua de mar (en comparación con 2010-2011) las inundaciones repentinas muestran ser relevantes para la entrada intermitente de contaminantes derivados de aguas residuales, especialmente en áreas costeras semi-confinadas.
«Los fenómenos meteorológicos extremos en la zona pueden contribuir, al menos parcialmente, a la exposición farmacéutica en organismos marinos» concluyen.
Los autores del estudio pertenecen a la Universidad de Girona, el Instituto Español de Oceanografía, el Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA), el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua – CSIC Severo Ochoa y el Atlantic International Research Centre (AIR CENTRE) de Portugal.